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jueves, 13 de octubre de 2011

"¿Por qué...?"






El (intento) de sacrificio de Isaac, por parte de su propio padre, Abraham, es uno de los textos bíblicos más desconcertantes... ¿Qué clase de Dios es el que pide a un padre el sacrificio de su hijo?. La historia acaba bien... pero la imagen de la divinidad queda en entredicho, siempre que lo leamos literalmente. Sin embargo, el texto pretende destacar dos cosas: la inmensa confianza (fe) de Abraham hacia Dios, por encima de sus apegos más arraigados; y el contundente mensaje final contra una práctica (la de los sacrificios humanos) extendida en el mundo antiguo (incluso entre los griegos en ciertas ocasiones, por mucho que alabemos su cultura). El modo en que Abraham pudo entender ese "mandato divino" hay que entenderlo tal como pudo hacerlo el autor del Génesis, que aún no tenía a la vista la luminosa imagen del Padre que nos trajo Jesucristo.

Por cierto: el único sacrificio permitido por Dios fue el de su propio Hijo... pero para resucitarle y vencer de una vez por todas a la muerte... Esa es la esperanza de todo cristiano.

Una anécdota: llegando casi al minuto 2 Abraham repite su "¿por qué...?" a Dios... Durante la proyección un alumno se acordó en voz alta de cierto entrenador de fútbol que se ha hecho famoso, entre otras cosas, por repetir la misma frase en sus ruedas de prensa. Tremendo contraste, pardiez...

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