Gracias por ser el visitante nº

lunes, 30 de enero de 2012

Yo te extrañaré (Tercer Cielo)



Tengo que agradecerle a Andrea, de 2º ESO, que me haya dado a conocer esta canción.  A veces son los alumnos los que te sorprenden y te enseñan cómo hay que mirar las cosas, porque no siempre bastan las palabras, por muy razonables que sean.  Hay un mundo de sentimientos que está ahí.  Sin tenerlo en cuenta no entendemos casi nada.

La letra es un canto de despedida a alguien que se ha ido.  Para un cristiano, no existe el irse para siempre...  El cantante habla de Dios, que Él ha querido que la persona se marche:  pero no lo hace con rencor, sino aceptando que sólo Dios sabe el por qué.  Algún día lo entenderemos:  mientras tanto, nos alegramos de que la muerte no sea la última palabra, y ese Dios -que no desea la muerte- sea la respuesta a nuestra sed definitiva de vida.  En la espera podemos pedir:  los de aquí por los de allí, los de allí por los de aquí...  Eso es la comunión de los santos que afirma el Credo que rezamos (algunos) los domingos en misa.

Me ha dicho un pajarito que esto tiene que ver con una chica que muchos conocían en este instituto, y que falleció hace muy pocos días, por uno de esos desgraciados accidentes que nunca se sabe bien por qué pasaron o si se podían haber evitado.  No es momento de pensar en eso, sino de no perder su memoria, y de saber que vive, y desea nuestra oración.  Nosotros deseamos la suya.

(a Lizeth, in memoriam).

lunes, 9 de enero de 2012

Nuestra excursión improvisada (Silvia Gorgán, 1º BCN)



Partimos de nuestro instituto una mañana tranquila y soleada. No sabíamos muy bien a donde nos dirigíamos ya que no habíamos hablado mucho sobre ello y realmente estábamos expectantes. Cada uno de nosotros caminaba a su ritmo, unos andando lentamente y otros correteando y jugando.



Después de recorrer calles y polígonos industriales finalmente llegamos a nuestro primer destino. Era un pequeño edificio, de color amarillento cuya fachada necesitaba ciertos arreglos, sin embargo, lo importante no era el aspecto exterior, sino la labor que se realizaba en aquel edificio. Nos encontrábamos ante el Secretariado de Migraciones de la Diócesis. Después de una pequeña espera, todos pudimos pasar dentro y fuimos muy bien recibidos. Tras presentaciones, palabras de bienvenida y caras sonrientes, pasamos a una pequeña sala de reuniones. En aquel humilde lugar nos mostraron a través de una presentación el enorme trabajo que hacían. Nos explicaron cómo la Iglesia estaba separada en Vicarías y cuál era la Doctrina Social de la Iglesia. Ofrecían entre otras cosas atención jurídica y atención social caritativa, por las cuales ayudaban a todas las personas necesitadas. Padres, madres, hijos, inmigrantes o no, si acudían al centro, eran bien recibidos. Todas las labores que realizan no serían posibles sin sacerdotes, laicos, religiosos, pero sobre todo los voluntarios que ofrecen su ayuda desinteresadamente. Cuando terminó la presentación y las explicaciones, nos quedamos maravillados con lo que nos acababan de contar. Durante la reunión nos había acompañado el consiliario del centro. Su función allí, aparte de sacerdote era consejero. Sabíamos que no disponían de muchos medios ni recursos, pero que hacían su trabajo con una gran ilusión. La impresión que nos llevamos fue muy buena.



Salimos del centro y nos dirigimos hacia nuestro siguiente destino. Para nuestra sorpresa no habíamos avanzado mucho y ya habíamos llegado. Teníamos delante a la parroquia ‘’Divina Pastora’’. Una bonita y pulcra iglesia con verdes y amplios jardines. A la entrada nos esperaba una humilde señora de mediana estatura y cabello claro. Fue muy amable empleando su tiempo en nosotros, enseñándonos la parroquia. Pasamos dentro y nos sentamos en los bancos observándolo todo detenidamente. Era precioso. La señora, cuyo nombre era Mari, nos explicó todo lo relacionado con aquella pequeña iglesia. Los horarios de misa, las actividades y todo lo que se realizaba normalmente, se había reducido mucho. Los jóvenes solo venían para la catequesis y había pocas personas que acudían habitualmente. Esto nos conmovió mucho y pensamos que era muy injusto. Mari era la única que se interesaba y cuidaba de la iglesia sin nada a cambio y nos dio mucha rabia que casi nadie se lo agradeciera acudiendo. Después de pasar un buen rato charlando y rememorando cosas, subimos unas antiguas y estrechas escaleras y vimos una pequeña habitación que había arriba. Cuando bajamos nos despedimos todos de Mari y nos marchamos. Estábamos contentos por un lado, pero nos sentíamos impotentes por otro.



En el camino de vuelta vimos una cafetería y se nos ocurrió parar para un pequeño piscolabis. Nos sentamos en una mesa y después de risas e historias partimos ya hacia el instituto por la falta de tiempo. Por el camino nos reíamos y charlábamos animadamente. Paloma nos mostró la famosa canción y baile del pollo, pero un choche azul que pasaba se mofó de ella. Finalmente llegamos al instituto y nos despedimos. Realmente había sido un día redondo.